La responsabilidad afectiva es la capacidad de reconocer, comprender y atender las necesidades emocionales propias y de los demás. Esta habilidad no solo contribuye al mantenimiento de relaciones saludables y satisfactorias, sino que también fortalece el lazo emocional compartido, consolidando así una conexión duradera basada en la comprensión mutua y el apoyo emocional. Así vamos Cultivando el Amor.
Cuando estamos en una relación de pareja, las emociones fluyen como las olas del mar: a veces tranquilas y serenas, otras veces agitadas y turbulentas. La manera en que cada individuo maneja estas emociones puede moldear el curso de la relación.
Cuando ambos miembros de la pareja asumen la responsabilidad de sus propias emociones, se establece un terreno fértil para la comprensión mutua y la empatía. En lugar de “culpar” al otro por cómo nos sentimos, nos hacemos cargo de nuestras emociones, explorando su origen y cómo influyen en nuestra interacción con la pareja.
Los conflictos en muchas ocasiones son inevitables en cualquier relación, pero es cómo los manejamos lo que define la salud de la conexión. Afrontar un conflicto con responsabilidad afectiva implica varios pasos clave:
1. Autoconocimiento: antes de abordar el conflicto, es importante tomarse un momento para reflexionar sobre nuestras propias emociones. ¿Qué estamos sintiendo? ¿Cuál es la causa subyacente de estas emociones? Reconocer nuestras emociones nos ayuda a comunicarnos de manera más clara y auténtica.
Ejemplo: cuando observas que tu pareja está más enfocada en el trabajo, dejando menos tiempo y atención para la relación. Antes de abordar el conflicto, reflexionas y reconoces que te sientes frustrado y emocionalmente descuidado. Identificas la necesidad subyacente de conexión emocional y tiempo de calidad en la relación. Con este autoconocimiento, abordas el conflicto expresando tus sentimientos y necesidades, centrándote en la importancia de mantener la conexión emocional y buscando soluciones juntos.
2. Comunicación abierta: una vez que estamos conscientes de nuestras emociones, es crucial expresarlas de manera respetuosa y honesta a nuestra pareja. Utilizar un lenguaje «yo» en lugar de «tú» puede evitar que la conversación se convierta en un juego de culpa. Por ejemplo, en lugar de decir «Siempre haces esto», podríamos decir «Me siento frustrado cuando…»
Ejemplo: Notas que tu pareja llega tarde a menudo cuando quedáis, lo que te causa molestias. Antes de abordar el tema, decides practicar la comunicación abierta. En lugar de culpar a tu pareja, expresas tus sentimientos de frustración de manera constructiva, destacando la importancia de tu tiempo juntos. Abordas el tema con un enfoque en el «yo», lo que facilita una conversación más receptiva y evita que se convierta en un juego de culpa.
3. Escucha empática: tan importante como expresar nuestras propias emociones es escuchar las de nuestra pareja. Practicar la escucha activa y la empatía nos permite comprender su punto de vista y validar sus sentimientos, incluso si no estamos de acuerdo. Esto fomenta la conexión y el entendimiento mutuo.
Ejemplo: imagina que estás discutiendo con tu pareja sobre cómo gestionar las finanzas en la relación. Es un tema sensible y ambos tienen opiniones diferentes. Antes de continuar la discusión, decides practicar la escucha empática.
Tu pareja expresa su preocupación sobre la necesidad de ahorrar más, y en lugar de interrumpir o contradecir, te esfuerzas por escuchar activamente. Dices algo como: «Entiendo que estás preocupado por nuestras finanzas y crees que deberíamos ahorrar más para el futuro. ¿Puedes compartir más sobre cómo te sientes al respecto y por qué crees que esa es la mejor opción?»
Al mostrar empatía y validar los sentimientos de tu pareja, creas un espacio para una comunicación más abierta. Aunque no estés de acuerdo, la escucha empática fomenta la conexión y el entendimiento mutuo, permitiendo que ambos compartan sus perspectivas de manera respetuosa.
4. Resolución constructiva: una vez que ambas partes han expresado sus emociones y puntos de vista, es hora de buscar soluciones juntos. En lugar de buscar ganadores y perdedores, el objetivo es encontrar un terreno común donde ambas partes se sientan escuchadas y respetadas.
Ejemplo: Supongamos que tú y tu pareja habéis expresado vuestros puntos de vista sobre cómo manejar el estrés en la vida cotidiana. Ambos tenéis enfoques diferentes y la conversación se ha vuelto tensa. Antes de que la situación empeore, decidís buscar una resolución constructiva.
En lugar de insistir en tu perspectiva como la única correcta, dices algo como: «Parece que ambos tenemos formas diferentes de manejar el estrés, y ambos son válidos. ¿Cómo podemos encontrar un equilibrio que funcione para ambos? Tal vez podamos explorar algunas estrategias que combinen nuestras preferencias y necesidades»
Al adoptar un enfoque colaborativo en lugar de competitivo, el objetivo es encontrar soluciones que satisfagan las necesidades de ambas partes. Evitar la mentalidad de ganar-perder y buscar un terreno común donde ambos se sientan escuchados y respetados facilita una resolución constructiva del conflicto.
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Laura Raijenstein
Psicóloga Sanitaria-Psicoterapeuta
Contacto: laurapsyonline@gmail.com
Artículo creado por Natalia del Moral Rodríguez para GPO