¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe? La parábola taotísta conocida como la historia del anciano granjero y su hijo habla sobre la aceptación y la naturaleza impredecible de la vida. Es un ejemplo del principio taoísta de «wu wei» (no forzar las cosas) que forma parte de la tradición oral china.
La historia dice así:
Había una vez un anciano granjero que tenía un caballo para ayudarle en su trabajo. Un día, el caballo se escapó. Los vecinos acudieron a consolarlo diciendo:
— ¡Qué mala suerte tienes!
El anciano respondió:
— ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?
Al día siguiente, el caballo regresó acompañado de otros dos caballos salvajes. Los vecinos lo felicitaron:
— ¡Qué buena suerte tienes!
El anciano respondió:
— ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Tiempo después, el hijo del anciano intentó domar a uno de los caballos salvajes, pero cayó y se rompió una pierna. Los vecinos exclamaron:
— ¡Qué desgracia!
El anciano respondió:
— ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?
Semanas más tarde, llegaron soldados al pueblo reclutando a todos los jóvenes para ir a la guerra. El hijo del anciano no fue llevado debido a su pierna rota. Los vecinos dijeron:
— ¡Qué suerte tienes!
El anciano, una vez más, respondió:
— ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
La moraleja de la historia nos enseña que los eventos de la vida no siempre son lo que parecen. Lo que parece ser una desgracia puede traer cosas buenas, y lo que parece ser un golpe de suerte puede tener consecuencias inesperadas. Esta historia es un llamado a aceptar la incertidumbre con serenidad y no apresurarnos a juzgar.
Si estás pasando por un momentos difícil puede ayudarte esta meditación desde el corazón ya que es importante saber que necesitamos un tiempo para sanar. Si deseas la ayuda de un profesional cuenta con nosotras, encantadas estamos de poderte ayudar.
Laura Raijenstein
Psicóloga Sanitaria-Psicoterapeuta
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