Vivir lejos de casa es una buena oportunidad para descubrirse en soledad y ser quienes queremos ser. Esto lo saben muy bien los expatriados, las personas que migran a otro país buscando algo mejor o buscando sentirse mejor. Hasta ahora conocíamos una parte de nosotros, esa parte que se formó en un entorno conocido, rodeados de una familia y de unos amigos que nos ayudaban a estar en nuestra zona de confort y de seguridad. Pero cuando nos vamos a vivir a otro país todo cambia.
«Sabemos lo que somos, pero aún no sabemos lo que podemos llegar a ser» Shakespeare.
Durante la estadía en el nuevo lugar pasamos por diferentes etapas de adaptación y pueden descubrirse en soledad partes nuestras que no conocíamos. Todo el tiempo nos enfrentamos a situaciones nuevas, desconocidas para nosotros. Y al estar solos, sin nuestro círculo de contención cerca, la toma de decisiones depende completa y absolutamente de nosotros.
Si bien hoy por hoy las redes sociales nos acercan a las personas que están lejos. En el día a día y en el sin fin de situaciones que acontecen, estamos solos. Y esa soledad es una oportunidad para poder descubrir quienes somos realmente.
Lógicamente, tenemos internalizadas las voces de nuestros padres o referentes, que nos sirven de guía o de ayuda, pero poco a poco y con el tiempo, esas voces se van acallando y va saliendo desde nuestro interior una voz más genuina, la nuestra.
Ya no contamos con la ayuda inmediata ni con la red de personas que teníamos en nuestro lugar de origen. Sabemos que nuestros seres queridos pueden darnos un consejo y escucharnos, pero no están viviendo en nuestro nuevo mundo. Ellos están en otro contexto, el contexto conocido, y nosotros estamos viendo el mundo con otros ojos, con nuestros ojos.
Aprendemos entonces a buscar momentos de encuentro y contacto con nosotros mismos. Momentos que permiten descubrirse en soledad. Ya no tenemos la palabra del otro tan inmediata y la manera de encontrar las respuestas es generar momentos de soledad y autoconexión . Es mirar hacia adentro para escuchar y encontrar las respuestas en nuestro interior.
Acudimos a nuestra creatividad, inventamos recursos, rompemos barreras. A veces no nos resulta fácil, pero no hay opción, nuestras viejas formas de pensar y actuar ya no nos sirven, nos quedan pequeñas. Por eso es necesario redescubrirnos en el nuevo escenario y desde el nuevo YO que estamos construyendo. Es importante «actualizarnos» porque en cierta medida ya no somos los mismos.
Irse a vivir a un nuevo país es empezar de cero. Las creencias que teníamos de nosotros mismos se van modificando. Tal vez aquel que nunca cocinó deba trabajar de chef, o aquella que siempre trabajó en una oficina deba trabajar de baby sitter. Ampliamos nuestro círculo, convivimos con desconocidos y hacemos amistades profundas con personas diversas que conocemos hace pocos meses.
Todo en nuestro interior va cambiando. En algunas cuestiones sentimos más resistencia que en otras. Algunas situaciones nos generan dolor, pero sabemos que es parte del proceso. Estamos desconstruyéndonos para volvernos a construir más fuertes y más sabios. Vivir lejos de casa permite descubrirse en soledad y esto nos ayuda a crecer y evolucionar.
Como canta Mercedes Sosa. Todo Cambia: <<Cambia lo superficial. Cambia también lo profundo. Cambia el modo de pensar. Cambia todo en este mundo…Cambia el rumbo el caminante. Aunque esto le cause daño. Y así como todo cambia que yo cambie no es extraño…>>
La distancia y la vida lejos de casa, de nuestras raíces, nos ayuda a vernos de forma diferente a nosotros y también a nuestros vínculos. Esos vínculos que fuimos construyendo desde que nacemos, nuestros vínculos de base. Nuestra familia y nuestros amigos, cobran un nuevo significado. El estar lejos ayuda a mirar mejor, a reflexionar acerca de nuestra historia.
No se trata de negar las diferencias que en algún momento pudimos tener con nuestros seres queridos o romantizar los vínculos, sino de ver en la distancia a través del Amor.
Los roces del día a día, y los pormenores de lo cotidiano, hacen que muchas veces construyamos nuestros vínculos desde la crítica, pero la distancia ayuda a que florezca lo verdadero. El estar lejos ayuda a poner palabras donde antes había vacío y rutina. Aprendemos a valorar lo importante de tenerlos, porque ante tantos momentos de soledad y dificultades echamos de menos las cosas más simples, un abrazo, una comida rica. Y hasta un abrígate que hace frío. Deseemos que la familia venga a vernos para sentirnos menos solos y poder recargarnos de su amor.
Vivir en un nuevo país está lleno de retos y nuevas experiencias. Nos permite descubrirnos en soledad y ver que somos más fuertes y valientes de lo que creíamos. Que somos capaces de crear nuestra realidad y que tenemos herramientas para desarrollarnos donde queramos. Y eso en parte es gracias a nuestra crianza, y a nuestra familia, que con aciertos y errores han colocado en nosotros la semilla de la libertad y la fuerza, lo que nos permitió poder volar lejos de casa.
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Laura Raijenstein.
Psicóloga Sanitaria-Psicoterapeuta Online y presencial.
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